Descripción
Una de las más grandes revoluciones científicas de la historia ocurrió en el campo de la biología molecular a partir de 1952. En ese año, Watson y Crick hicieron el descubrimiento de la doble hélice del ADN, con el que se abría una era de cambios de perspectiva para la genética y otras ramas de la ciencia con ella relacionadas.
El presente libro reúne diez fundamentales artículos sobre el tema (publicados en distintas fechas por la revista La Recherche), precedidos por un ensayo de Pierre Thuillier que ofrece un panorama histórico de la biología molecular.
En la historia de las ciencias, son raros los períodos tan fructíferos como el que lleva al descubrimiento de la doble hélice del ADN por Watson y Orick, en 1952; a los trabajos que les valieron en 1965 el premio Nobel de fisiología y de medicina a Jacob, Lwoff y Monod.
Como testimonia el desencadenamiento de literatura epistemológica y filosófica en que resultó la biología, en el curso de esta prodigiosa década, fue una verdadera “revolución científica”, a juicio de Kuhn: paso radical de una problemática clásica a una problemática nueva-de la que no se había visto el equivalente desde la doble revolución de la física a principios de siglo.
Mientras que de la misma manera en física la esperanza de una extensa síntesis de nuevas teorías, que igualó en solidez y sobrepasó en amplitud al antiguo edificio newtoniano, había dado lugar a una multiplicidad de investigaciones más profundas, pero también más disociadas unas de otras (lo que daba en casi nulidad muchas de las proclamaciones filosóficas demasiado seguras ya de ellas misma, ya de la ciencia de la que se valían), igualmente la biología parece haberse comprometido, para volver a tomar el término de Bachelard, en una larga aventura de “refundición”, en la que la realidad de una investigación frecuentemente apenas menos dispersa, fragmentaria que en física obscurece el ideal grandioso de hace poco: el de un cuadro científico y filosófico único, capaz de recoger y poner en orden toda la riqueza de los conocimientos biológicos adquiridos. Hoy, diciéndolo crudamente, el problema del “secreto” de la vida no parece estar más cerca apenas de ser resuelto que el de la constitución “última” de la materia.
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