Descripción
El objetivo de este texto es que el estudiante, sin importar la rama del conocimiento en la que se enfoque, despierte, estimule y ejercite al escritor que muy posiblemente guarde en su interior. Es por eso que se ha adoptado, para caracterizar al estudiante, el término, escritor en formación, pues, finalmente, eso es lo que quien se decide a escribir y a vencer sus temores es: alguien en constante aprendizaje que descubre en las letras el placer de expresarse y de conocer universos insospechados.
La unidad 1 hace énfasis en distinguir tres nociones fundamentales: lengua, lenguaje y habla. Aunque en muchas ocasiones se emplean de manera indistinta, se verá que el habla presupone la existencia de la lengua y el lenguaje se relaciona con procesos de socialización y convenciones.
Los temas, en la medida que avanza el texto, se hacen más específicos, de tal modo que en la unidad 2 se hace una descripción de lo que es el lenguaje escrito;
Este contexto explicativo sirve como preámbulo para abordar la unidad 3, centrada en la redacción y los procesos estructurales, tanto internos como externos, que influyen (y en ocasiones inhiben o envician) al escritor en formación. Uno de los puntos importantes de esta unidad es el análisis de los aspectos que debe reunir todo texto legible, comprensible y coherente: claridad, precisión, sencillez, naturalidad, concisión y originalidad.
Las explicaciones acerca de las múltiples interpretaciones que puede tener un signo, incluso en una misma comunidad, son parte de la unidad 4, titulada léxico y polisemia. En esta unidad también se estudian las palabras sinónimas, homónimas, antónimas, homófonas, así como la importancia de saber parafrasear, habilidad que deben desarrollar no solamente los tesistas e investigadores, sino también aquellos que deseen exponer el grado de comprensión de un texto. En uno de los apartados de esta unidad, se ofrece una aproximación a los escollos gramaticales más comunes que originan textos confusos
La unidad 5 amplía los temas expuestos con anterioridad, y enseña al estudiante por qué el gerundio es una expresión plena de riqueza que, correctamente empleada, no debe dar lugar a equívocos. La unidad se detiene en las diferencias entre deber y deber de (ambas formas correctas, en sus respectivos contextos) y en las anfibologías (que tantos malos entendidos originan, sobre todo por la imprecisión en el uso del pronombre personal su). Por último, hace especial énfasis en el deber de todo escritor en formación y lector responsable: ampliar el vocabulario y consultar, siempre que sea necesario, el diccionario.
La unidad 6 especifica cuáles son las diferencias entre los tipos de texto escrito y describe con precisión las características de los textos especializados: científicos, periodísticos y literarios. Este apartado no estaría completo si no explicara al estudiante cómo hacer citas textuales, notas al pie de página y referir productos bibliográficos, hemerográficos y electrónicos.
La última unidad, la 7, se enfoca en el lenguaje oral, sus modalidades y los problemas que pueden dificultar la comunicación hablada. También recupera una noción importante que se introduce en la unidad 6: la argumentación como principio para lograr adhesión y credibilidad. Es fundamental que el escritor en formación contemple que este texto es, apenas, el primer adoquín de un camino que se presenta como extenso y, con un poco de disciplina, exitoso.
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