Descripción
Hace algunos meses, un perro mordió a Melissa, de 3 años de edad, en la cara. Su historia y presentación estimuló la discusión de su caso en un congreso, la cual se extendió más allá de la causa inmediata que la llevó a consulta. La abuela materna de Melissa había relatado que siempre fue una niña que todo el tiempo se estaba retorciendo y nunca se quedaba quieta mientras le contaba historias. Hacía escándalo cuando le pedían que dejara de ver la televisión o que se acostara a dormir, o incluso cuando le decían que no podían ir a la sección de cereales de una tienda comercial.
Al principio, sólo gritaba y manoteaba. Después, cuando se sentía frustrada, pegaba, pateaba y mordía, un berrinche duraba casi media hora. A veces, necesita un abrazo de oso para calmarse, dijo su abuela. En una breve videograbación del día en que fue evaluada, Melissa luce saludable y bien alimentada. Con rapidez abrazó y besó a su abuela antes de que ella se dispusiera de buena gana a irse con el entrevistador, con quien entró en una discusión acalorada acerca de los gatitos, el Monstruo Comegalletas, y su propio dormitorio. Los patrones de habla, vocabulario y actividad motriz parecían adecuados de acuerdo con el desarrollo esperado para su edad. La madre de Melissa, quien presentaba una discapacidad intelectual, la había concebido cuando vivía en una residencia grupal. Siempre, desde los cuidados prenatales normales y su nacimiento sin complicaciones, Melissa había vivido con su madre y sus abuelos. Recientemente, había empezado a mojar la cama una o dos veces a la semana.
En la guardería, empujaba a cualquier niño que se le parara enfrente. A las maestras les preocupaba que su vocabulario fuera muy limitado para su edad. La acalorada discusión sobre las posibilidades diagnósticas incluyó trastorno por déficit de atención/hiperactividad, trastorno negativista desafiante, trastorno de relación social desinhibida, discapacidad intelectual y enuresis. Un especialista en autismo sugirió, así es, el trastorno del espectro autista. Para cuando se había presentado todo el material reunido, se habían sumado temas de ansiedad y estados de ánimo en el diagnóstico diferencial, además de la reacción al trauma causado por la mordida del perro.
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