MARIE CURIE: La Radioactividad y Los Elementos. El Secreto Mejor Guardado de la Materia – Adela Muñoz Páez

Descripción

No hay rúnguna otra mujer en la historia de la ciencia cuyos logros hayan sido tan universalmente reconocidos como Marie Curie. Ella fue la primera profesora de la Universidad de la Sorbona en sus más de 600 años de existencia, la primera mujer que obtuvo un premio Nobel y el primer científico que logró por segunda vez este galardón. Pero Marie fue sobre todo una persona apasionada que dedicó su vida a cultivar la más absorbente de las pasiones: la pasión por descubrir. Sin embargo, no es esa la imagen que nos ha llegado de ella. Marie ha pasado a la posteridad como la suma sacerdotisa que sacrificó su vida en el altar de la ciencia, una especie de diosa por encima de las pasiones humanas. Lo cierto es que la vida de Marie estuvo llena de pasiones: pasión por la ciencia, pero también pasión por su país, Polonia, que dio nombre al primer elemento químico que descubrió, pasión por sus hijas, pasión por los hombres de los que se enamoró. También defendió de forma apasionada su derecho a figurar en la historia de la ciencia en una época en la que las mujeres carecían de los derechos más elementales.

Las investigaciones de Marie se desarrollaron en París. A finales del siglo XIX la Ciudad de la Luz era la capital del mundo: capital del arte con los pintores impresionistas, de la literatura con escritores como Zola, de la arquitectura con obras como la Torre Eiffel, de la magia del cinematógrafo con la máquina de los hermanos Lumiere, que atrapaba las imágenes en movimiento. El matrimonio Curie también haría de París la capital de la ciencia. Sin embargo, no fue la Academia de Francia la primera en reconocer la genialidad de ambos investigadores. Tal honor estuvo reservado a la Academia de Ciencias sueca, que otorgaba los premios instituidos por el inventor de la dinamita y que les concedió el premio Nobel de Física en 1903 por el «descubrimiento de la radiactividad». ¿Qué era la radiactividad? ¿Por qué era tan relevante? En las últimas décadas del siglo XIX la ciencia parecía un edificio terminado y bien construido en el cual materia y energía eran mundos separados que se regían por leyes diferentes. Pero en tomo al cambio de siglo, en un período de apenas veinte años, una serie de descubrimientos derribaron gran parte de los pilares sobre los que se asentaba el conocimiento de la naturaleza.

La relevancia del descubrimiento de la radiactividad estribaba en que puso de manifiesto que materia y energía estaban relacionadas y podían transformarse una en otra. Los principales artífices de este descubrimiento fueron Pierre Curie, un genial pero desclasado profesor de la Escuela de Física y Química Industriales de París, y su esposa, Marie, una polaca recién licenciada en Física y Matemáticas en la Universidad de la Sorbona. Cuando descubrieron la radiactividad, Pierre vivía una espléndida madurez científica y ya había hecho varios descubrimientos notables. No obstante, no había merecido el reconocimiento oficial de la Academia de Francia. La trayectoria científica de Marie Sklodowska, por su parte, era mucho más corta, dado que había presentado su tesis doctoral -dedicada al estudio de las propiedades de unas sustancias que emitían de forma espontánea unos rayos de naturaleza singular- el mismo año que la Academia de Ciencias sueca les concedió el premio Nobel. Como todo gran descubrimiento, el de la radiactividad fue el producto del trabajo de muchos científicos.

Los rayos en sí mismos los había descubierto un científico francés, Henri Becquerel, heredero de una saga familiar dedicada al estudio de las radiaciones emitidas por minerales. La comprensión detallada de los procesos que originaban el fenómeno fue fruto de las investigaciones llevadas a cabo por diversos laboratorios de todo el mundo, muy especialmente los dirigidos por el neozelandés Ernest Rutherford en McGill (Canadá), Manchester y Cambridge. Primero se constató que la radiación que había descubierto Marie era fundamentalmente de tres tipos, llamados a,~ y y. El empleo posterior de los rayos a como proyectil puso de manifiesto la existencia del núcleo atómico, donde se concentraba la carga positiva y la mayor parte de la masa del átomo. Este descubrimiento revolucionó la química, pues mostró que la propiedad que identificaba a un elemento químico no era la masa atómica, sino el número de protones en su núcleo, mientras que la reactividad química venía determinada por los electrones de la corteza externa del átomo. En los albores de la Segunda Guerra Mundial y tras haber dedicado media vida al estudio de la estructura del núcleo atómico, la física austríaca Lise Meitner entendió su ruptura como un proceso que liberaba cantidades ingentes de energía.

La aparición de esta energía procedente de la «pérdida» de pequeñas cantidades de masa había sido predicha por Albert Einstein muchos años antes, a comienzos del siglo xx. Con ayuda de la tecnología, esta energía fue empleada con fines bélicos para la construcción de la bomba atómica por un enorme equipo de científicos y obreros dirigidos por Robert Oppenheimer. Pero la aplicación más conocida de la radiactividad, la que dio más popularidad a su descubridora, fue su empleo en medicina. Esta aplicación fue intuida de forma visionaria por Pierre Curie, siendo inicialmente conocida en Francia como «curieterapia». Comenzó a estudiarse en hospitales de todo el mundo a los pocos meses de su descubrimiento y hoy es una herramienta imprescindible en el tratamiento del cáncer. A pesar del trabajo de todos los científicos que contribuyeron a la comprensión de la radiactividad y al desarrollo de sus aplicaciones, Marie Curie es la persona universalmente reconocida como la descubridora de tal fenómeno. Por ello en 1995 fue enterrada en el Panthéon de París en un funeral de Estado, presidido por el entonces presidente francés Franc,ois Mitterrand.

Resulta paradójico que una mujer polaca ocupe un lugar de honor en este santuario laico dedicado a acoger los restos de los «grandes hombres de Francia». Una majer en un mundo de hombres, una polaca que triunfó en el país que acuñó la palabra «chovinismo» para definir el orgullo patrio, una viuda que crió sola a dos hijas, una mujer sin prejuicios que tuvo que aiTostrar un ataque tan brutal de la prensa amarilla que casi acaba con su vida. ¿Quién era esta mujer que las fotografías suelen mostrar vestida de negro y con gesto adusto? La gesta de Marie Sklodowska-Curie se inició en la Varsovia de mediados del siglo XIX. Marie nació en 1867 en la capital de Polonia, país entonces repartido entre Austria, Rusia y Prusia.

Su infancia estuvo marcada por la muerte de su madre, que falleció cuando ella tenía diez años, y por la feroz represión rusa, que impedía a los niños estudiar en su lengua. Durante la adolescencia Marie soñó con dedicarse a la ciencia, pero debido al poco dinero que tenía su familia tuvo que esperar siete largos años antes de ir a estudiar a la universidad de sus sueños, la Sorbona de París. Durante estos años de espera hizo planes de boda con el joven Kazinuerz Zorawski, hijo de la familia polaca para la que trabajaba como institutriz, la oposición a esa boda por parte de la familia de él, la llenaría de amargura. Cuando en 1891 Marie por fin se estableció en París, el poco dinero del que disponía apenas le bastaba para comer. Pero sus ansias de conocimientos eran tan fuertes que en apenas tres años obtuvo una licenciatura en Física y otra en Matemáticas, ambas con excelentes calificaciones. A continuación obtuvo una beca para estudiar las propiedades magnéticas de los aceros, estudio que tendría una extraordinaria trascendencia en su vida, pues le puso en contacto con un científico brillante y tínudo llamado

Pierre Curie. En un principio los unió el amor por la ciencia, pero luego encontraron muchas más afinidades, tantas que ternunaron casándose en 1895. A las pocas semanas del nacimiento de su primera hija, Irene, a finales de 1897, Marie comenzó la investigación que la haría famosa. Para desentrañar la naturaleza de las misteriosas radiaciones que acababa de descubrir Henri Becquerel, Marie procesó grandes cantidades de uranio en un cobertizo anejo a la Escuela de Física y Química Industriales en la que trabajaba Pierre. Gracias a su entusiasmo, Marie an·astró a Pierre a colaborar con ella y juntos anunciaron en 1898 el descubrimiento de dos nuevos elementos, el radio y el polonio. En 1903 les concedieron a ambos, junto a Becquerel, el premio No bel de Física por el des- . cubrimiento de la radiactividad, término que había sido acuñado por Marie. Sus descubrimientos abrieron un nuevo y fascinante campo de investigación, el dedicado al estudio del núcleo atómico. Al año siguiente nació su segunda hija, Eve. La tragedia irrumpió en la vida de Marie en 1906: Pierre murió atropellado por un coche de caballos.

A Marie le ofrecieron una pensión como viuda de un «gran científico», pero la rechazó y afrontó la pena de la única forma que sabía: trabajando. Se hizo cargo de la cátedra de Pierre en la Sorbona y también de la dirección del laboratorio. En un caso sin precedentes, en 1911 Marie recibió un segundo premio Nobel, en solitario y de Química, por el descubrimiento del polonio y el radio y sus trabajos con ambos elementos. Sin embargo, aquel fue un año muy turbulento para Marie, pues fue entonces cuando estalló el denominado «escándalo Langevin», al hacerse pública su relación amorosa con uno de los alumnos de su marido. No hubo sangre en el duelo al que Langevin retó al periodista que escribió los peores libelos, pero la salud de Marie, que ya empezaba a acusar los efectos de la radiación, sufrió tan serio quebranto que estuvo alejada del laborato1io durante un año. Una vez recuperada, Marie puso en marcha la creación del Instituto del Radio, pero al finalizar la construcción de sus instalaciones el proyecto se vio interrumpido por el inicio de la Primera Guerra Mundial. Y aquella a la que habían tildado de «extrartjera robamaridos» no dudó en arriesgar su vida y la de su hija Irene para luchar por su país de adopción.

Con las camionetas denominadas «pequeñas Curies», que contenían sistemas de rayos X portátiles, Marie, su hija y las personas a las que ellas habían enseñado recorrieron los frentes de guerra y realizaron más de un millón de radiografías de los soldados heridos de bala. Al terminar la guerra, y dada la escasez de fondos y las dificultades para disponer de radio, Marie se embarcó hacia Estados Unidos, de donde se trajo un gramo de este elemento, que le fue entregado por el presidente Harding en nombre de las mujeres norteamericanas. Fue su última cruzada a favor de la investigación de la radiactividad. Su salud se hallaba muy resentida a causa de las largas horas de exposición al radio y se había quedado ciega de unas tempranas cataratas. Además, sufría de anemias agudas, que solo remitían cuando pasaba temporadas alejada del laboratorio, aunque siempre fue incapaz de abandonarlo totalmente, la investigación era su vida. Su hija Irene, que comenzó a trabajar bajo la dirección de su madre, se hizo cargo del Instituto del Radio y posteriormente contribuyó de forma notable al desarrollo de la ciencia francesa y a la conquista de los derechos de la mujer. Irene le dio la última gran alegría a Marie al descubrir la radiactividad artificial junto con su marido Frédéric Joliot-Curie, por lo que ambos recibieron el premio Nobel de Química en 1935, un año después de la muerte de Marie.

En general, es difícil encerrar la vida de una persona en las páginas de un libro, pero si esa persona es Marie Curie, que no solo realizó los descubrimientos que le darían la fama, sino que además llevó a cabo todo tipo de actividades inimaginables en su época, la tarea es casi imposible. En efecto, Marie fue una ciclista apasionada, una extraordinaria políglota, una fiera defensora de su Polonia natal, una celosa y a la vez desprendida propietaria de su preciado radio, una científica meticulosa hasta la extenuación en sus experimentos. Pero quizá lo más destacable de Marie Sklodowska-Curie es que, a pesar de que a lo largo de su vida se enfrentó con enemigos formidables de muy distinta naturaleza, nunca se rindió ante nada ni ante nadie. Acabó con ella la leucemia provocada por la radiactividad que descubrió. Pero antes tuvo tiempo de ver cómo el nuevo mundo que ella había alumbrado originaba una nueva ciencia y cambiaba una gran parte de lo que se sabía de la antigua.

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  • Introducción
    Capítulo 1 Una Polaca En París
    Capítulo 2 Polonio Y Radio
    Capítulo 3 Gloria Y Tragedia
    Capítulo 4 La Vida Sin Pierre
    Anexo
    Lecturas Recomendadas
    Índice
  • Citar Libro
    • Título: MARIE CURIE: La Radioactividad y Los Elementos. El Secreto Mejor Guardado de la Materia
    • Autor/es:
    • ISBN-13: 9788447376452
    • Edición: 1ra Edición
    • Año de edición: 2013
    • Tema: Otros Temas
    • Subtema: Científicos de la Ciencia
    • Tipo de Archivo: eBook
    • Idioma: eBook en Español

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