EDISON: La Iluminación Eléctrica. Una Idea Auténticamente Brillante – Marcos Jaén Sánchez

Descripción

El nombre de Thomas Alva Edison se ha convertido en sinónimo de la palabra «invento». Como protagonista activo de la primera revolución de las comunicaciones, fue el primer inventor que se convirtió en una estrella internacional y también el primero cuya figura adquirió una dimensión legendaria ya en vida, una figura creada con mimo por la prensa, que transfiguraba en cita magistral cada comentario que salía de sus labios. No solo fue considerado un «mago» de la tecnología en su país, sino también en Europa, y al fin y al cabo, en todo el mundo industrializado, siendo uno de los responsables de la convicción generalizada en aquella época de que el lugar del planeta donde se estaban llevando a cabo los avances científicos y tecnológicos más importantes era Estados Unidos, una impresión que, con mayor o menor acierto, aún perdura.

De ese modo, Edison, y todas las figuras parecidas que emergieron después de él, contribuyeron a situar al país norteamericano en la posición de liderazgo industrial y económico con la suficiente influencia internacional para coronarse como árbitro político durante el siguiente siglo. Actualmente los historiadores de la ciencia han revisado y depurado la generosa colección de mitos y leyendas sobre el personaje, e incluso sus propios actos y obras se han vuelto a examinar en profundidad con espíritu crítico, por lo que hoy resulta más fácil separar la realidad de la exageración bondadosa y de la pura ficción y acceder a una imagen más rigurosa del trabajo del inventor. De ese modo, la realidad se presenta en su desnudez y es posible constatar que, además de ofrecer el ejemplo paradigmático del genio de «ideas brillantes» con capacidad para transformar la vida de las personas a su alrededor, el caso de Edison es interesante en muchos otros aspectos.

La importancia tecnológica y económica de sus grandes aportaciones, sobre todo la iluminación eléctrica y su sistema de distribución, son equiparables a la de los grandes inventos de los últimos doscientos años, comenzando por la máquina de vapor hasta llegar a Internet. El impacto de la red eléctlica que Edison diseñó alrededor de su célebre bombilla de filamento incandescente sería uno de los elementos clave que conduciría al mundo desde una edad industrial, caracterizada por el carbón y el vapor, a una era posindustrial, en la cual la electricidad se unió al petróleo, los metales ligeros y aleaciones, y los motores de combustión interna para configurar el carácter del siglo xx. La huella de aquella era se proyecta todavía sobre el mundo actual, permanentemente maravillado por la efervescencia de la ingeniería electrónica.

Simplemente considerando las contribuciones de Thomas Alva Edison en el campo de la telegrafía, esto es, el telégrafo automático y el telégrafo múltiple, los especialistas tienen suficiente como para proclamarlo el inventor de dispositivos eléctricos más imp01tante de su época. Pero lo cierto es que el repaso de los principales inventos de Edison ofrece también la interesante oportunidad de aprender sobre el proceso de la invención, su organización y su intenelación con el contexto social, económico y político. Al estudiar los detalles del proceso a través del cual Edison y su equipo persiguieron y conquistaron el objetivo de desarrollar un sistema práctico de iluminación eléctrica y una red funcional de distribución de energía se observan los principios de la práctica de la investigación y el desanollo que, desde entonces hasta ahora, se han convertido en el camino principal en el mundo de la innovación tecnológica.

Sus fulgurantes éxitos iniciales proporcionaron al inventor los medios necesarios para construir un laboratorio único en su género, el primer «taller» de investigación del mundo, en un pequeño pueblo de la campiña de Nueva Jersey. En el laboratorio de Menlo Park, rápidamente incorporado al mito, Edison y un grupo de leales colaboradores construyeron una auténtica «fábrica de inventos», según sus propias palabras, con el fin de realizar todo tipo de investigaciones prácticas, ya fuera por encargo o de manera independiente, que produjeran invenciones que dieran respuesta a las necesidades de sus conciudadanos. Allí vieron la luz la primera versión funcional y comercializable del teléfono y el fonógrafo, pero, sobre todo, fue el escenario de los arduos trabajos emprendidos para resolver el problema conocido entonces como la «subdivisión de la luz», es decir, la producción y distribución de luz por medios eléctricos.

El esfuerzo de Menlo Park por fabricar una bombilla incandescente operativa se acabó convirtiendo en una larga aventura a la caza de los materiales adecuados y, al mismo tiempo, una lucha por parte de Edison contra la desconfianza de los inversores, que esperaban resultados tan rápidos y contundentes como todos los anteriores. El inventor acabó empeñando su fortuna personal, pero finalmente logró desarrollar e implantar el sistema de distribución de luz eléctrica basado en su bombilla de filamento incandescente que porúa uno de los pilares esenciales del mundo tal y como se conoce hoy día. No obstante, cometió un grave error al insistir en el empleo de la corriente continua en su sistema, a pesar de las muchas razones que sus propios expertos le presentaron a favor de la corriente alterna. Por otro lado, no hay que olvidar que, aunque el estudio de la electricidad en todos los aspectos relativos a su aplicación absorbió la mayor parte de su tiempo, Edison se interesó también por otros sectores industriales. Se ocupó en la producción de cemento y de materias químicas, y en la separación electromagnética del hierro. También hizo grandes avances en la fabricación de baterías y acumuladores para automóviles. Con todo, nunca acabó de conseguir en estos sectores la posición preeminente que había logrado con tanta contundencia en los terrenos de la innovación por los que es más conocido.

El modelo de inventor que propone la figura de Edison no solo sirve para constatar la importancia inmediata de las tecnologías que ideó, sino que contiene otra característica interesante que justifica la atención que se le ha prodigado. En el transcurso de sus investigaciones registraba con meticulosidad todo su trabajo. Cuando a finales de la década de 1870 se propuso la monumental tarea de desarrollar un sistema de alumbrado eléctrico y la subsiguiente red energética, documentar el trabajo que se hacía en el laboratorio era ya una costumbre seguida de modo concienzudo por todos los miembros de su equipo. Por ese motivo hoy es posible consultar el registro documental de toda una era de la innovación, una oportunidad extraordinaria que ayuda a comprender con mayor intimidad las raíces del mundo actual, configurado por la tecnología.

Asimismo, estudiar ese momento seminal permite echar una mirada a los procesos de la invención y los factores que la determinan, que resultan tan decisivos como la investigación misma para el desarrollo y aplicación de la tecnología, como se verá en el caso de la luz eléctrica Sin apreciar las conexiones íntimas entre el progreso técnico y el progreso del ser humano, que es su principal agente, es imposible comprender verdaderamente la idea de progreso. Los registros que Edison llevó a cabo en Menlo Park y en sus empresas ofrecen una radiografía esquemática de cómo fue lo que ahora se denomina I + D en un momento crucial de la historia. Consciente de su dependencia de los inversores, Edison empleó su monumental campaña de investigación sobre los materiales adecuados para construir la bombilla incandescente con el objetivo paralelo de explorar nuevas maneras de organizar la propia actividad de la invención. Él mismo aplicaría las lecciones aprendidas más adelante, al levantar su gran complejo de investigación en West Orange, Nueva Jersey, donde daría a luz, entre otros inventos, el kinetoscopio.

Pero, más importante aún, todo ese capital de conocimiento registrado en libretas, cartas, patentes y otros documentos se acabaría empleando en el futuro para impulsar empresas creadoras más grandes y ambiciosas por todo el mundo. De igual modo, el trabajo de Edison entre 1878 y 1882, cuando abrió su primera central eléctrica comercial en la neoyorquina Pearl Street, prefigura la naturaleza sistémica de las tecnologías modernas de gran escala. Edison entendió pronto que necesitaba desarrollar un sistema integral para acomodar su luz eléctrica, y en el proceso de conseguirlo, según reflejan sus documentos, esa vaga noción se fue convirtiendo en una profunda comprensión de la complejidad que supone crear sistemas tecnológicos. El futuro vería el desarrollo de sistemas mucho más grandes y sofisticados y la creación de instrumentos económicos que dejan pequeñas las empresas de Edison, pero a través de sus esfuerzos, el inventor ejerció una influencia enorme en ese futuro.

Edison sigue siendo hoy día la quintaesencia del héroe norteamericano, tanto por su historia de ascenso desde la miseria hasta la opulencia como por su legendaria superación de la ignorancia hasta la genialidad. Dejó más de mil patentes a su nombre, aunque, con la excepción del fonógrafo, no se sabe a ciencia cierta cuántos inventos fueron creación directa suya. Él mismo confesaba sin reparos que su talento residía en concebir cosas que necesitaban ser inventadas y en convencer a inversores para que financiasen su fabricación mientras él averiguaba cómo se hacían o, más frecuentemente, contrataba a alguien para descubrirlo. Sumergirse en el trabajo que Edison y sus colaboradores emprendieron para identificar y resolver toda clase de problemas técnicos y empresariales a la hora de crear sus inventos y convertirlos en tecnología útil y rentable, particularmente en lo que respecta a la luz eléctrica, es el primer paso de un apasionante viaje de exploración a través de la innovación tecnológica tal y como se comprende en la actualidad.

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  • Introducción
    Capítulo 1 La leyenda del genio precoz
    Capítulo 2 La guerra de los telégrafos
    Capítulo 3 La revolución de las comunicaciones:el teléfono
    Capítulo 4 Nace la industria del entretenimiento: el fonógrafo
    Capítulo s La maravilla del siglo: la luz eléctrica
    Capítulo 6 Imágenes en movimiento: el kinetoscopio
    Lecturas de recomendaciones
    Índice
  • Citar Libro

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